Se me derritió la noche esculpiendo tu piel. Se me deshizo el silencio escuchando tus gemidos, que buscando viajar en el tiempo esquivaron las horas, derribaron las fronteras que nos separan y arribaron en esta alborada, donde disfrazados de apasionados besos, sigilosos fueron a atracar a mis labios.
Y de golpe te sentí a mi lado como fiel enamorada, pegada a mi cuerpo, respirando el aire que respiro, tendida en la suavidad de mi lecho... Me quedé absorto contemplándote, hasta que se rompieron mis manos en fragmentos de caricias y se diluyó mi boca en la humedad de tu boca. Se me borraron los miedos y me olvidé del mundo entero. Empecé a dibujar tu rostro entre las líneas del alba, que con la luz de tu sonrisa iluminaba el día que se mecía. Se grabó tu mirada en mi alma y sobre el perfil de tu espalda, se me perdió el corazón alejándose sin decir adiós...