viernes, 5 de febrero de 2010

AMOR


Amor, tú eras mía, te fuiste en una tarde
Lejana del invierno; no escuchaste mi voz
Que te llamaba en una angustia inmensa
De querer retenerte con mi llanto.

Desde entonces, me quedé con los ojos tristes,
Con la esperanza nublada de saberte tan lejos
Debo refugiarme en los brazos de mi propio manto,
Esperando que algún día regreses cansada del camino.
Ven, amor, no vagues más errante por el mundo
Sabiendo que enredado en mi piel quedó tu abrazo;
Desanda los pasos, peregrina sin luz y sin destino
Que yo te daré el amor bueno que guarda la noche.